El 28 de Julio de 1865, los primeros 151 pioneros llegaron a bordo del vapor Mimosa, empujados por la pobreza, un movimiento de independencia fallido y la prohibición de su lengua en las escuelas de Gran Bretaña.
El grupo desembarcó en las inhóspitas costas de lo que hoy es la ciudad de Puerto Madryn y que por entonces se conocía como Bahía Nueva. Tiempos duros aquellos en que la soledad patagónica le disputaba el espacio abierto a las inclemencias de un clima con el que era muy difícil convivir.
En la Patagonia los llaman galensos; son de origen celta, de fuertes tradiciones religiosas y conocedores a fondo de los textos bíblicos. Cuando llegaron a la Argentina (atraídos por los convenios de inmigración del ministro Rawson), el principal objetivo de ese grupo -en general compuesto por gente humilde y de oficios urbanos disímiles- era el cultivo de la tierra y la férrea conservación de sus costumbres. Por aquel entonces, fueron apoyados en su aventura sudamericana por otros compatriotas que habían forjado su propia historia en los Estados Unidos, en Australia y en Francia.
La historia de esta colonización empieza a cobrar vida cuando, en 1850 se crea la Asociación de Colonos. La flamante agrupación edita folletos de la región patagónica y los galeses -a través de dos representantes, Lewis Jones y Sir Dikinson Parry- toman contacto con el gobierno nacional, que por entonces presidía Bartolomé Mitre. Fracasos y deserciones iniciales dieron paso a otro grupo que, desde los Estados Unidos, llega en 1874, pero esta vez integrado por varios agricultores expertos. En 1875 fundaron Gaiman y en 1878 la colonia ya tenía 800 habitantes y 15.000 hectáreas sembradas.
Fue dura la epopeya galesa, porque antes de trasladarse hacia el valle del río Chubut, y a pesar de la ayuda del gobierno argentino con mercaderías y herramientas de agricultura, las pérdidas materiales, producto del desconocimiento de la labranza en tierras tan áridas, y las muertes sucedidas en el descampado Madryn, provocaron al deserción de muchos de ellos y el traslado de otros hacia Santa Fé y Río Negro.
Aquellos que quedaron empezaron a poblar la actual ciudad de Rawson y a construir las primeras chacras tierra adentro, en las que vivía solo el jefe de familia de lunes a viernes, durante las épocas de trabajo intenso. Y allí se inicia la larga amistad con los Tehuelches, que instalan sus tolderías en las cercanías de la colonia. Fue – según se dice- la relación más estable de la historia del país entre colonos blancos e indios.
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